22 Mar Alicia Seoane: “Yo no elegí la fotografía. La fotografía se me enganchó”
P. Te reconoces en la frase de Nelly Schnaith que dice que el fotógrafo ve lo que retrata, más que retrata lo que ve. ¿Qué ve Alicia?
R. Cuando leí esta frase entendí que las personas solo vemos lo que somos capaces de ver. Probablemente hay muchas cosas que no soy capaz de fotografiar porque no puedo mirarlas de esa manera. No es tanto que yo haga una fotografía de la realidad como que yo retrato la realidad que soy capaz de ver.
La realidad que soy capaz de ver es una realidad que tiene mucho que ver con la luz y con la sombra, con el vacío, con la imposibilidad de vivir en el todo, con lo efímero de la vida, con la ausencia de algo que no está plasmado directamente en la imagen.
Creo que eso es lo que yo puedo fotografiar porque es mi manera de mirar el mundo como parte de mi limitación de ver como mujer y como ser humano.
P. Para hacer buenas fotografías, ¿crees que hay que adiestrar la mirada?
R. Yo no sé lo que son buenas fotografías. Solo sé que hay fotos que se me enganchan y fotos que no.
Me gustan las fotos que me cuentan algo, que me hacen reflexionar o cuestionarme cosas. Creo que cuando alguien tiene una pasión por algo, también tiene el disfrute contrario, que es el de mirar lo que otros hacen y comprender lo que otros cuentan. Creo que es un proceso conjunto. Si a ti te gusta tomar fotografías también te gusta mirarlas y ver cómo miran, cómo piensan y cómo viven ese vínculo fotográfico esas personas. Y de eso descubres muchas cosas de ti mismo. De tu manera de ver, de tu manera de sentir. Para mí es un proceso inseparable.
No comprendo mucho a alguien que le guste tomar fotografías, pero que no disfrute de mirar un libro de fotos o que no disfrute de la imagen en el cine. Para mí es algo que surge desde el mismo lugar, que al final es un lugar de placer. De placer por la imagen. No puedo decir “todo buen fotógrafo tiene que mirar fotos”. Pero conozco muy pocos fotógrafos que no hayan mirado fotos, o que no conozcan el trabajo de otros fotógrafos o que no disfruten de aprender de lo que hacen otros creadores.
P. En tus trabajos personales siempre está muy presente el texto y la literatura. ¿Cómo tiene que ser un trabajo de fotografía para que despierte algo en ti?
R. Los trabajos que normalmente me gustan suelen ser sencillos, honestos y tocan algo de lo genuino del ser humano y de la persona.. También me gustan los trabajos silenciosos, que tienen algo cotidiano y a la vez sublime. Me impactan los trabajos en los que hay un juego con el lenguaje y donde el propio autor también se está cuestionando las limitaciones del propio medio.
No me gustan los trabajos acabados. Me gustan los trabajos que te dejan una sensación de comprensión relativa. Cada fotografía es como un ensayo o un intento de plasmar cosas muchísimo más complejas. Esa complejidad de la imagen contada de una manera poética, sutil y honesta normalmente son los trabajos que a mí me enganchan.
P. En Never Know construyes una historia sobre la identidad. Cuéntanos cómo surge el trabajo y realmente qué es.
R. Se trata de un trabajo inacabado, que todavía se está definiendo. Never Know (Nunca Sabes) es una colección de imágenes sobre mi álbum familiar que estoy interviniendo. Retratos que no supe muy bien quién los hizo. Otros me los puedo imaginar. Por mis circunstancias personales, desconozco muchos aspectos de la relación que establecieron mis padres. Y los hijos, en algún momento de la vida, nos preguntamos si fuimos fruto del deseo de tenernos o fuimos algo inesperado. Y lo cierto es que no solo somos una decisión de nuestros padres. También somos un deseo de la propia vida.
En todas esas fotos de mi familia había un enigma sobre la manera de retratarse, sobre personas que aparecían repetidas en una imagen y en otra. Sobre fotos que estaban hechas a mi madre o a mi abuela, pero que no sabíamos quién las hacía, un poco jugando a ser modelo y a la vez, a no serlo. A enseñar y a ocultarse. Sentí que eran fotos que si yo las hubiese fotografiado, probablemente hubiesen tenido una estética o un estilo similares. Y sin embargo, yo no había hecho esas fotografías. Es más, hay un salto de 40 o 50 años.
En el fondo, pienso que cualquier cuestión sobre nuestra existencia y sobre nuestra identidad tiene mucho más de misterio de lo que nos intentan explicar o de lo que, a veces, nos intentan hacer creer. Y con muchas personas que he conocido en procesos de indagación personal, lo que deseamos en el fondo es conocer la causa de nuestra existencia. Creo que es algo que va más allá de las circunstancias personales de nuestros padres o de la historia personal de cada uno. Es algo con lo que todos los seres humanos tenemos que convivir. Con el misterio de lo que somos o quiénes somos. Y para mí esas fotos hablaban de ese misterio.
P. En cambio en Fragmentos de Amnesia hablas sobre los instantes. ¿Alguna vez se te ha escapado algún instante que quisieras retener y en esa fugacidad del instante has pensado “no he llegado”?
R. La verdad es que seguramente se me han escapado un montón. Esa es la gracia. En el fondo es una paradoja. Fragmentos de Amnesia habla de ese intento fotográfico de registrar lo que es irregistrable.
Fue el primer trabajo que consideré como un trabajo personal, donde fotografiaba prácticamente todo en blanco y negro. Hoy utilizo más el color. Es un canto absoluto, una poesía visual, a ese intento de registrar lo que no es importante, que es donde se sucede prácticamente el 90% de nuestro acontecer vital.
En el fondo, es un trabajo sobre el lenguaje fotográfico porque habla de ese vínculo enfermizo con la cámara de fotos, que nos intenta hacer registrar todo lo que está sucediendo. Y lo cierto es que solo estamos de cumpleaños una vez al año, los duelos se suceden con relativa poca frecuencia, conocemos a la persona que queremos una, dos o tres veces en la vida. Son instantes.
Fragmentos de Amnesia es poner el foco en las cosas que aparentemente no tienen nada que contar, porque no hay nada que acontece en esas fotos. No hay ningún acontecimiento que merezca ser contado, según la lógica fotográfica, según esa lógica fotográfica.
P. Pero en su conjunto cuentan algo…
R. En su conjunto hablan del olvido, del paso del tiempo. Hablan de cómo la fotografía es una nebulosa. Las imágenes están como nubladas.
En todas parece que se vislumbra algo, pero no se muestra nada. Y yo, en el fondo, siento que eso es la fotografía, un acto por enseñar algo que en el fondo siempre está detrás de lo que se enseña, y que es la propia vida. Un falso escaparate donde no capturamos lo esencial.
P. Hierofanías es tu último trabajo. ¿Qué es y cómo surge?
R. Durante mucho tiempo estuve obsesionada intentando captar imágenes que veía, que tenían mucho que ver con la relación que hay entre lo interior y lo exterior. Imágenes que suceden fuera de nosotros, pero que nos vinculan con estados emocionales internos. Imágenes de luz, de sombra, que nos conducen a sensaciones de pérdida, o imágenes de iluminación fugaz, que nos producen plenitud momentánea o felicidad.
Profundizando en el tema con mi pareja, descubrimos el término Hierofanía y empecé a investigar sobre la figura de su creador, que era un filósofo que se llamaba Mircea Eliade. Y que hace un trabajo sobre el simbolismo, sobre lo sagrado de lo profano. Me di cuenta de que para mí había algo espiritual en las pequeñas cosas. En la pequeña plantita que surge en una rendija de la calle, en una señora subiendo unas escaleras, en un brazo que se ilumina mientras está cogiendo un tenedor,…
Hierofanía es el concepto que resume mi manera de mirar, que es un poco lo sútil de lo que vemos, lo que está más allá de lo que podemos nombrar o de lo que podemos percibir. Es lo sagrado de lo profano. La idea es seguir trabajando sobre este concepto. Edité un pequeño libro, que no es tan siquiera un 1.0. Podríamos decir que es un 0.1. porque quiero seguir haciendo pequeñas Hierofanías, que reflejen mi curiosidad explorativa por el lenguaje fotográfico, como medio de expresión entre lo exterior y lo interior, entre lo que vemos y no se cuenta. Entre un lenguaje fragmentario, que nos hace viajar y transportarnos.
P. Entonces apuestas por el papel. ¿Lo consideras una decisión arriesgada?
R. La verdad es a mí me gusta el papel. Y yo soy una fan del papel. Me gustan incluso los cuadernos y sentir el tacto de las hojas. De pequeña, cuando me compraba libros nuevos me encantaba el olor.
¿Es arriesgado? Depende de cómo lo mires. A nivel económico, desde luego yo no he ganado un duro por apostar por el papel. Lo que tengo muy claro es que en la medida de mis posibilidades, siempre que pueda, apostaré por ello.
De hecho, quiero hacer una pequeña publicación con el trabajo de mi familia y con las intervenciones que estoy haciendo. Y apostaré otra vez por el papel. No sé cuándo lo voy a poder hacer, ni cuándo voy a ahorrar el dinero. No sé cómo lo haré, pero mi deseo es poder seguir haciendo pequeñas publicaciones, que al final construyan como una especie de pequeño diccionario de mi forma de mirar.
P. ¿Dónde podemos conseguir este libro?
Ahora mismo el libro lo está distribuyendo Fanzinant, una editora de fanzines y de libros autopublicados. Se puede conseguir a través de su página web.
El libro también estará en ferias y en ciertas librerías de Madrid, como La Central del Reina Sofía.
Actualmente solo quedan 20 ejemplares de una edición limitada de 100 números.
P. La última. ¿A quién recomendarías tus fotos? ¿Existe algún tipo de persona que pueda sentirse atraída por tu mirada?
No lo sé. Yo no siento que mis fotos sean una medicina o algo necesario de ver, ni de descubrir.
A la gente que le guste ver fotografía y a la gente que le interese esta manera de ver el lenguaje fotográfico, pues quizás le pueda interesar ver mi trabajo, o a lo mejor no.
Una de las imágenes que más le ha impactado es …
Hay tantas imágenes que me impactan. Cuando vi el trabajo de Masao Yamamoto, yo vivía en Nantes (Francia). Allí había una exposición de un trabajo suyo, que tenía un libro que me impactó. Se llamaba algo así como Cajita de Vacío. El trabajo estaba formado por un millón de fotos que explotaban como si fueran una galaxia de fotografías muy pequeñas. A veces eran un trocito de mar. Otras veces la espina de una planta, un hombro desnudo,… No obstante, me cuesta mucho elegir cuando me dicen “elige una canción, una película o cualquier otra cosa”. Creo que me quedaría con trocitos y con sensaciones de un montón de fotos diferentes. No podría decir esta foto es la que más me ha impresionado porque cada cierto tiempo descubro fotos que me impactan de alguna manera.
¿Cómo encontrar a Alicia Seoane?
Si quieres conocer de primera mano el trabajo de Alicia Seoane, visita su web y sus redes sociales.
Sin comentarios