Manta tejida en punto derecho

¡La verdadera manta de la abuela!

La entrada de hoy está dedicada a mi madre, Luisa, que hoy 28 de octubre de 2016 cumple años. Y lo hago no solo para compartir lo maravillosa que es como madre (aunque un poquitito mandarica y enfadona) y felicitarla, sino también para mostraros uno de sus últimos trabajos, que hemos terminado entre las dos. Se trata de la primera manta que regaló hace dos años a su también primera nieta, Inés.

La idea surgió cuando yo empecé a tejer. De alguna forma, mi madre ya era una gran tejedora, pero modo “stand by”. Antes de ser mamá, tejía de forma habitual, llegando a hacer auténticas joyas en crochet y punto. De hecho, todavía conservo alguna de las revistas que utilizaba por aquel entonces. Luego, con nosotros revoloteando por casa, lo aparcó. Pasaron más de 30 años hasta que desempolvó las agujas y accedió a mis súplicas para que me enseñara a tejer. Finalmente lo hizo y me enseñó lo básico. Y de alguna forma, inconscientemente, la incité a retomar esta actividad tan adictiva como relajante.

Durante las lluviosas tardes del invierno gallego, tejía una pieza diaria al día. Cuando podía, más. Poco a poco fue tejiendo rectángulos en punto derecho con diferentes colores. Así hasta completar los 63 cuadrados que componen hoy la manta, realizada en rectángulos de 26 filas y 58 puntos cada uno. Cuando terminó las piezas, yo me encargué de unirlas con cadenetas. De forma que esta manta tiene para nosotras un gran valor sentimental. Y nos sentimos muy orgullosas de este trabajo a cuatro manos. Y esperamos que cuando Inés sea mayor, la conserve porque está hecha con mucha ilusión y cariño.

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